A continuación, reproducimos unos fragmentos de un artículo que consideramos de sumo interés titulado «Flygskam, la vergüenza de volar» publicado por el diario La Provincia el día 24 de julio de 2019 y escrito por el profesor Julio Rodríguez Márquez y en coautoría con otros 9 autores. Consultar el contenido íntegro en este enlace.
En Suecia se está planteando con crudeza el debate ético de si es conveniente viajar en avión de vacaciones, por el impacto de la aviación sobre la producción de CO2 y el calentamiento del planeta. Este movimiento está en parte movido por la adolescente Greta Thunberg, que está revolucionando las redes sociales con más de 20 millones de seguidores.
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Las repercusiones de un éxito masivo de esta iniciativa sobre el turismo en Canarias podrían ser demoledoras. De hecho, ya se han reducido en Suecia el tráfico aéreo en más de un 5% en los últimos meses. Y en Alemania los Verdes han copiado esa iniciativa. La vergüenza de volar, como Flugscham y en Finlandia como Lentohapea. Una modificación del clima en el planeta (por ejemplo una gran ola de calor extremo) que pusiese de moda estas propuestas significaría un crack para nuestra economía y generaría un tsunami de desempleo, sacando del desván los fantasmas de la emigración.
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Como resalta el doctor David Branwell, científico reputado y ex director del Jardín Canario, con el estado actual de la técnica el mejor y más natural y ecológico sistema para capturar el CO2 que producimos, es plantar árboles. Gran Canaria mantiene solo un 9% de los bosques que tuvimos antes de la Conquista, es decir hay terrenos sobrantes con vocación forestal;
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Para compensar la vergüenza social de volar de vacaciones que pueden tener esos ciudadanos (sentimiento de vergüenza que puede ser muy fuerte en las sociedades del norte), podríamos en Gran Canaria comprometemos a plantar y cuidar un árbol por cada turista que nos visita . Es decir, venderles la idea de que su visita no tiene repercusiones netas negativas en el planeta y encima está ayudando a que la isla sea más bonita y habitable.
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El cambio climático nos va a obligar a movernos, y si somos inteligentes y consecuentes nos podremos mover (obligados o no), en la correcta dirección, posicionándonos adecuadamente ante los nuevos escenarios, e incrementando además nuestra calidad de vida.