El PP propone una Ley del Hidrógeno: conoce sus claves

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El hidrógeno se ha convertido en una de las grandes esperanzas para la obtención de energía limpia. Hablamos en esencia del llamado hidrógeno verde, es decir, del producido a partir de energía renovable, fundamentalmente mediante electrolisis. Pero tras las grandes palabras y los grandes proyectos, es necesario empezar a concretar los pasos para su aplicación real, una labor mucho más oscura y tediosa.

Desde ese punto de vista se puede considerar una buena noticia la proposición de Ley del Hidrógeno que ha presentado el PP, que tal vez por las fechas veraniegas pasó prácticamente inadvertida. El objetivo de esta iniciativa, según su exposición de motivos, es crear “un marco jurídico claro, concreto y preciso que dote de seguridad jurídica y certidumbre a los inversores”, algo que no siempre se ha logrado en el desarrollo de las renovables en España. Además, se señala la importancia de seguir el principio de la “neutralidad tecnológica”. Buenos puntos de partida, pero hay mucho más que tener en cuenta… 

¿Cuáles son las claves de esta Ley del Hidrógeno que propone el PP, cuya orientación es más técnica y política que medioambiental? La resumimos en cinco puntos. 

  • La propuesta del PP establece, en su artículo 18, que “la producción de hidrógeno se podrá realizar mediante diferentes tecnologías, según la materia prima utilizada. […] El hidrógeno podrá producirse a partir de electricidad procedente de fuentes renovables, así como a partir de cualquier otra fuente energética”. Es decir, también propone una regulación para el llamado hidrógeno gris, que conlleva emisiones de gases de efecto invernadero, y para el azul, bajo en carbono. 
  • Enfatiza la necesidad de maximizar las infraestructuras gasísticas ya existentes para acelerar el uso del hidrógeno como vector energético, siguiendo lo marcado por la Ley de Hidrocarburos, de 1998. Al tiempo que se desarrollarían nuevas redes, exclusivas para hidrógeno, en nodos locales con una demanda significativa. 
  • La proposición menciona expresamente que la utilización de las redes gasísticas ya existentes para el hidrógeno conllevaría los peajes, cánones y cargos ya existentes. Pero el uso de las nuevas redes, exclusivas para el almacenamiento, transporte y distribución del hidrógeno, quedaría exento de esos sobrecostes. Las condiciones de su uso serían pactadas entre las partes, en régimen de libre competencia. 
  • La Ley de Hidrocarburos y los paralelismos con el gas natural son también la base por la que la proposición del PP otorga a Enagás el papel de ‘gestor técnico’ del uso energético del hidrógeno. Pero al mismo tiempo propone la creación de una sociedad mercantil que ejerciese de operador del sistema, y en la que pudiera participar como accionista cualquier persona física o jurídica. Las condiciones de su retribución estarían determinadas por el Gobierno, y los pagadores serían todos los agentes que operasen en el mercado. 
  • Se establecen una serie de medidas de fomento del uso del hidrógeno, pero con poca concreción. Entre ellas, por ejemplo, exenciones fiscales, una red de ‘hidrogeneras’ en zonas estratégicas de movilidad y ensayos de viabilidad de trenes de pila de combustible de hidrógeno, así como la adaptación de las infraestructuras ferroviarias y portuarias a este vector de energía. 

Como dice la exposición de motivos de la proposición de ley, el hidrógeno verde puede ser clave en el cambio del modelo energético, reduciendo el impacto de los riesgos geopolíticos y de los ciclos económicos de las materias primas,  al tiempo que su uso reduciría la dependencia energética de España. Lamentablemente, hay mucho camino todavía que recorrer, pero al menos el debate público y político va aumentando. No todo son promesas, también hay que construir una arquitectura técnica y regulatoria para que se conviertan en realidad, al mismo tiempo que un marco favorable para el desarrollo de una tecnología todavía no madura y con varios riesgos aún difícilmente gestionables como el reciclaje de las baterías, la dependencia tecnológica y de materias primas para su fabricación de países geopolíticamente problemáticos o la posibilidad de un free-riding en la producción de hidrógeno que se categorice como “verde” aunque provenga de fuentes de energía primaria fuertemente contaminantes.