La crisis energética: en qué se equivoca el Gobierno

crisis-energetica

Ya son muchas las semanas en las que el precio de la electricidad y la crisis energética abren los telediarios casi a diario. El megavatio hora eléctrico está inmerso en una escalada que parece no tener fin, y ya ha multiplicado casi por seis su precio en los últimos doce meses. Además, las perspectivas para los próximos meses, como contábamos en esta breve guía sobre lo que está sucediendo, no son positivas. 

Es un debate complicado de entender por la opinión pública, donde confluyen intereses globales, políticos, económicos y empresariales. Buscando clarificar el panorama, la Fundación Hay Derecho organizó recientemente un debate sobre la evolución del precio de la luz, en el que nuestra Asociación tuvo la oportunidad de participar. 

Participaron tres expertos en el mercado eléctrico, de diferentes ámbitos: el abogado y vicepresidente de la Fundación Renovables Juan Castro-Gil, el economista de la Asociación para la Transición Energética y profesor Javier Santacruz, y Nemesio Fernández-Cuesta, ex alto directivo de Repsol y ex secretario de Estado de Energía. Mostraron diferencias en sus análisis, pero coincidieron que el modelo del mercado eléctrico no está funcionando en un contexto como el actual, marcado por la carestía global de la energía. 

Las raíces del problema del precio de la energía

Con matices, en toda la UE, y gran parte de la OCDE, el precio de la energía se determina en un mercado marginalista, en el que, simplificando, la última fuente de energía que se utiliza para cubrir la demanda marca el precio diario. Por tanto, la composición del mix energético es clave en la determinación del precio. 

Poco a poco, las decisiones políticas, y la necesidad de luchar contra el cambio climático, han hecho que la economía española sea muy dependiente del gas: el cierre de más de la mitad de la capacidad de generación eléctrica por carbón y las regulaciones e impuestos con las que parecen castigarse a la nuclear y a la hidroeléctrica no están saliendo gratis, sobre todo ante la escalada del precio del gas.

Pero, ¿por qué sube tanto el gas? Varios motivos coinciden en una especie de tormenta perfecta, como detalló en una de sus intervenciones Fernández Cuesta. Por un lado, ante la llegada del invierno, ahora se están llenando los depósitos, después de que se vaciasen durante la pandemia, cuando bajó la producción, pero no la demanda. Y desde la geopolítica, Rusia y China tienen mucho que ver. El régimen de Putin está suministrando menos gas a Europa Occidental, y China ha iniciado un proceso de descarbonización que aumenta su demanda. 

Además, en el caso de España hay dos añadidos más de importancia en la configuración de mercado: los derechos de emisiones de dióxido de carbono (un mecanismo de la UE que obliga a las empresas contaminantes de determinados sectores a comprar permisos para seguir contaminando) y las tensiones entre Argelia y Marruecos. Argelia ya ha anunciado que no va a suministrar gas a su vecino a través del gasoducto Magreb-Europa, la vía de llegada de aproximadamente el 25% del gas que recibe España. Esos problemas de suministro podrían aliviarse con un aumento de la capacidad del gasoducto Medgaz, que une directamente Argelia con España, pero, al menos a corto plazo, lo previsible es que la situación incremente el precio del gas. 

Crisis energética: ¿Qué hacer?

La respuesta más contundente del Gobierno ha sido hasta ahora la aprobación de un Decreto Ley, el pasado septiembre, que, entre otras medidas, detrae ingresos a la hidroeléctrica y la nuclear para reducir así la factura eléctrica. El Ejecutivo justifica su medida en «los beneficios caídos del cielo” que las eléctricas han logrado en estas energías por la subida del gas, ya que es el gas el que marca el precio para todos. Sin embargo, Santacruz negó la mayor: “No hay beneficios caídos del cielo, porque la mayoría de la energía se vende en el mercado es con un precio pactado previamente”.  Es decir, los mayores beneficios que están consiguiendo las filiales de generación renovable, hidro o nuclear de las energéticas no compensarían las pérdidas en la comercialización, donde el 60% de los clientes tienen una tarifa a salvo de los últimos vaivenes.  

“El decreto castiga a las tecnologías que no son emisoras de dióxido de carbono, creando un problema de incentivos enorme”, destacó Santacruz. Fernández-Cuesta coincidió en la crítica a esta decisión del Gobierno, pues “va a paralizar las inversiones en energías limpias, que es justo lo que necesita España para reducir su dependencia energética. Lo que no se puede hacer es dar soluciones simples a problemas complejos”, aseguró. 

El ex secretario de Estado de Energía abogó por “repartir los costes de la transición energética, que es un esfuerzo colosal para toda la sociedad, pues es un nuevo modelo en el que todo lo que hay que implantar es más caro que lo existente”. Esa transición, como resaltó Castro-Gil, es lo esencial: “No podemos entrar en determinados debates. Sabemos que hay que vivir, pero lo terrible es el cambio climático. Comparado con sus posibles efectos, esto es calderilla”, concluyó.

Retransmisión del Coloquio: Claves de la subida de la luz