Poco a poco, uno de los proyectos de ingeniería civil más complejos de España va camino de convertirse en realidad. Se trata de la central hidroeléctrica de Chira-Soria, en la isla de Gran Canaria, un proyecto que arrancó a principios de este siglo.
Esta infraestructura, cuya construcción creará 3.500 puestos de trabajo directos y que afronta, en principio, sus últimos escollos burocráticos, es un paso importantísimo en la configuración de un sistema eléctrico eficiente y no contaminante para Gran Canaria, frente al sistema energético que hoy sufre todo el archipiélago, caracterizado por su aislamiento y la falta de flexibilidad. Los grandes apagones sufridos en 2019 y 2020 en Tenerife son la prueba de los problemas que provoca la ineficiencia de ese sistema.
El reto del almacenamiento de las renovables
Desarrollada por REE, la central tiene una capacidad de almacenamiento de energía de 3,4 gigavatios/hora (GWh). Cuenta con dos embalses, el inferior, Soria, y el superior, Chira, y funciona así: los excedentes de energía renovable, cuando no casa la oferta con la demanda, son utilizados para bombear agua desde el embalse inferior al superior. Posteriormente, cuando aumenta la demanda, esos excedentes son utilizados mediante la generación hidroeléctrica. Además de la construcción de la central hidroeléctrica de bombeo en sí, está prevista una planta desaladora de agua de mar, las obras marinas asociadas y todas las infraestructuras necesarias para la conexión de la instalación a la red de transporte, dando así servicio a toda la isla.
La central no debe en consecuencia ser considerada una instalación de generación más. Está concebida como un sistema de almacenamiento al servicio de todo el sistema eléctrico y de todas las energías renovables (incluido el autoconsumo), por lo que no se retribuirá por la energía turbinada o bombeada. Es decir, no existe ningún incentivo para REE a usarla más o menos. El incentivo operativo de la empresa, operador del sistema eléctrico, es maximizar la integración de todas las renovables del sistema, en línea con el Acuerdo de París, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) y el anteproyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética.
Las previsiones son que la central aumente, en 2026, un 37% la generación de energías renovables, elevando la cobertura media anual de la demanda hasta el 51% con fuentes limpias, que en momentos puntuales podrá ser mucho mayor. La reducción anual de las emisiones de dióxido de carbono sería de un 20%.
Además, al reducir las importaciones de combustibles fósiles, más caros y contaminantes, se prevé un ahorro en los costes variables de generación de 122 millones de euros anuales. Esa evaluación de ahorro de costes para el conjunto del sistema eléctrico se basa en la metodología CBA (Cost-Benefit Analysis) aprobada por la Comisión Europea.
Desde la Asociación para la Transición Energética hemos insistido en la necesidad de reformar, con valentía, el sistema energético canario, marcado hoy por un semimonopolio de Unelco-Endesa, la caída de las inversiones y los problemas en la seguridad del suministro. Defendemos la inversión, la tecnología y las energías limpias, especialmente cuando, como en este caso, suponen un ahorro que a la larga ha de repercutir en los consumidores. Por todo ello, esperamos que, por fin, Chira-Soria sea pronto una realidad, y solo el principio de toda una revolución energética para el conjunto de las Islas Canarias.