Una apuesta rentable

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A continuación, reproducimos un artículo escrito por Javier Santacruz, economista y miembro de la Asociación para la Transición Energética y José Juan Sansó Fernández, economista, publicado en el diario online eldiario.es el día 29 de noviembre de 2022. El artículo original se puede consultar en este enlace.

Una de las acepciones del término “tecnología” es el “conjunto de teorías y de técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico”, es decir, conociendo el “estado del arte” del conocimiento científico en una determinada área y en un determinado momento, aplicarlo para resolver problemas inherentes a la sociedad humana. Esto implica, solventar errores o ineficiencias que se hayan producido con soluciones anteriores, para poder optar a una solución que no los repita.

En el campo energético, durante mucho tiempo se pensó que soluciones en base a combustibles fósiles eran las más adecuadas. Sin entrar en el trasfondo del porque se llego a esta conclusión, que nos llevaría a gastar ríos y ríos de tinta, lo que está claro es que esta decisión nos ha llevado a una consecuencia devastadora, el cambio climático antropogénico, que, sin lugar a duda, es el embate de mayor calado que tiene que afrontar la humanidad como especie, ya que es la causante de todo el desaguisado y la que tiene ante si el reto de ponerle remedio o cuando menos, aminorar sus consecuencias.

Si consideramos los enunciados anteriores como válidos, entonces las voces que abogan por la introducción del gas en Canarias están totalmente fuera de contexto. Y lo están ya no solo por el cambio de paradigma del que deberíamos ser abanderados por el cambio climático, sino porque la tecnología vanguardista, ya apunta a otros derroteros.

A nadie se le esconde que el termino que ahora está en boga es el de “hidrógeno verde”, vector energético que está llamado a convertirse en el paladín que podrá encausar y dinamizar todo el potencial de las energías renovables más extendidas, como son la eólica y la fotovoltaica. Pues bien existen como muestra dos planteamientos, totalmente plausibles que dejan en evidencia los que desean la entrada del gas en nuestras tierras. 

Por un lado, tenemos el convincente trabajo del Instituto Tecnológico de Canarias para el Gobierno de Canarias, que mediante sus estrategias para elaboración del PTECAN, plantean toda una suerte de soluciones para descarbonizar las islas en el 2040. Concretamente, en la cuestión que nos ocupa, de la posible aplicación del gas natural en las centrales eléctricas y como combustible de barcos, el ITC plantea el hidrógeno verde como combustible para las centrales eléctricas y este mismo vector energético, como componente fundamental para la fabricación de amoniaco, para utilizarlo en los motores de los barcos.

Algunas voces están comentando que, si bien es un buen estudio, es tan solo voluntarista y nada práctico, pero he aquí que a principios de noviembre hemos conocido el megaproyecto de la empresa Maersk, segunda mayor naviera de contenedores del mundo, que pretende invertir en España la friolera cantidad de 10.000 millones de euros para fabricar metanol verde, como biocarburante, para sustituir el gasoil de su flota y así descarbonizarla.

¿Pero que tiene en común el metanol verde de Maersk y el amoniaco planteado por el ITC?, pues sencillamente que para producir ambos compuestos se necesita “hidrógeno verde”, elemento, que recordemos, se obtiene de la electrólisis del agua mediante la aplicación de “energía renovable”.

Por tanto, siguiendo una línea de causalidad, el estado del arte de los planteamientos tecnológicos actuales, van en línea de utilizar el hidrógeno verde como vector energético. Pero para obtener este hidrógeno verde, necesitamos energías renovables, diríamos más, una fuerte penetración de energías renovables, que, debido a su adecuado balance de costes, pueden producir electricidad a precios óptimos para todo el proceso.

En todo momento de cambio existe una pugna entre lo que no termina de irse y lo que no termina de llegar, pero por una vez no pensemos en lo que podemos ganar con una mentalidad cortoplacista, pensemos en lo que podemos perder si los nuevos planteamientos tecnológicos no se imponen.